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Procura el surrealismo. Ejercicio interior que juega a la expresión.
Este blog en un principio nace como un homenaje a esa generación de brillantes "locos" que, en su tiempo, alumbraron estéticamente a la humanidad y nos dejaron para siempre su aporte multiforme para el alma.

Intenta en tema y técnica seguir la senda, pero más a modo de vitalizante talismán, porque en la práctica... ¡Ay, con las ideas! Jamás surgen del interior sin filtrarse a través de la razón, ese atenazante mecanismo de defensa. Pero, en fin, se escribe por impulso, aunque luego se haga uno a la idea de que el material no ha sido pulido y es espontáneo, selvático, suerte de retorno hacia las esencias. Tal es el surrealismo: arrojo, salto a la selva primigenia, mas utópico sueño..., porque ¿quién hombre civilizado puede desprenderse de su condición plastificada? El acto poético es un intento de recuperación de las naturalezas perdidas, pero aun ella, la poesía, es trabajo de artesania.
(Sea la técnica surrealista una ubre de ordeño para la inspiración y la idea, por un lado, pero por el otro, un camino para el desagüe: quien escribe lo hace como por trabajo de alcantarillero: drenaje) .
Aquí el concepto:
Surrealismo: Puro automatismo psíquico, por medio del cual se intenta expresar, verbalmente o por escrito, o de cualquier otro modo, el proceso real del pensamiento. El dictado del pensamiento, libre de cualquier control de la razón, independiente de preocupaciones morales o estéticas...

lunes, 31 de mayo de 2010

Vaivenes

Después de un breve viaje, nuevamente en cama, como es costumbre ya en la estampa de estos mis últimos días con nosotros.

Allí la ventana, con su recio árbol de fondo, y con un más allá de pajarillos y hojarascas sonoro, molesto de pura vida.  Y aquí el entorno consuetudinario de mi habitación, conformado por mí, la sombra y una pequeña mesa nocturna donde a ratos reclino el alma.  Es una habitación muy chica para tan luminosa luz, severo sarcasmo de silencios y sonidos, como lógico es se corresponda con un velón que se disipa...  Pero es mi acomodada antesala, por todos conocidas.

Acullá la puerta, de donde mis pariente, amigos y hasta amantes acuden a despedirme o a calcular mis latidos.  Y mucho más allá, en un fondo no visual, el grito de la ciudad, que es como un robusto moscardón que me dice a cada rato que ya la carne apesta, así como así, sin ningún rosal protocolo.

Simple sinceridad de la vida, a fuer de dureza.  Sencillo “oficio de difuntos”, como dijera un viejo amigo.

¡Ah, el viaje!...  ¿No les dije?  ¿Quién no conoce el secreto de que parto nuevamente?

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