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Procura el surrealismo. Ejercicio interior que juega a la expresión.
Este blog en un principio nace como un homenaje a esa generación de brillantes "locos" que, en su tiempo, alumbraron estéticamente a la humanidad y nos dejaron para siempre su aporte multiforme para el alma.

Intenta en tema y técnica seguir la senda, pero más a modo de vitalizante talismán, porque en la práctica... ¡Ay, con las ideas! Jamás surgen del interior sin filtrarse a través de la razón, ese atenazante mecanismo de defensa. Pero, en fin, se escribe por impulso, aunque luego se haga uno a la idea de que el material no ha sido pulido y es espontáneo, selvático, suerte de retorno hacia las esencias. Tal es el surrealismo: arrojo, salto a la selva primigenia, mas utópico sueño..., porque ¿quién hombre civilizado puede desprenderse de su condición plastificada? El acto poético es un intento de recuperación de las naturalezas perdidas, pero aun ella, la poesía, es trabajo de artesania.
(Sea la técnica surrealista una ubre de ordeño para la inspiración y la idea, por un lado, pero por el otro, un camino para el desagüe: quien escribe lo hace como por trabajo de alcantarillero: drenaje) .
Aquí el concepto:
Surrealismo: Puro automatismo psíquico, por medio del cual se intenta expresar, verbalmente o por escrito, o de cualquier otro modo, el proceso real del pensamiento. El dictado del pensamiento, libre de cualquier control de la razón, independiente de preocupaciones morales o estéticas...

domingo, 31 de julio de 2011

Abeja y flor de un día

Soy una masa que gime

soy una masa que sufre

una figura que va en pos de tí

amada vida

procurando redención a fuer de estrellas.

 

Como puedo con estas manos

hechas de la pasta delicada de la vida

establezco combates contra el hierro del destino

más duro y frío cuando te evade

cuando relincha

cuando huye hacia una sabana de los horizontes

cuando se te revela como un sarcasmo

como una tenaza

y choca contra tus dientes

hechos de la materia de flores pétreas

de la luz divina que quiere ser la vida

de los aromas, del amor, de los sueños

de tus momentos de inmortalidad

de corazones que laten en estampidas con cualquier emoción

de cotidianos detalles de la sangre que fluye.

Cuando estremece el globo terráqueo que es tu cabeza

y te llena de pánico con que no hay dos vidas ni otro hogar ni ventana

sino la tierra y tú, el barro en vida y tú, el polvo y tú

como sola oportunidad para el vaciado de los sentidos

como desde vasos carnales dolidos de gloria

como abeja y flor de un día.

 

De masa y figura flota un lamento

una sombra

un suspiro por mejor vida

un recuerdo del pan que una vez fue forma

un amor inacabado de planetas

una historia de alguien que fue y no fue desde los sueños.

jueves, 24 de marzo de 2011

La vida es sueño, parte enésima

Últimamente están andando los días amontonándose atropelladamente, obviamente no para quedarse como un seguro que uno guarda contra el porvenir sino para despeñarse hacia el tiempo, el pasado, y no el basurero ─hacia donde van los montones─ sino hacia el ombligo de la nada.

Si no fuera porque muero diría que es una conspiración.  La sentiría  ─quiero decir─ mucho más si fuera un dios de esos, histórico e inmortal que de pronto descubre que no es o puede no ser tal.  O si fuera un hombre de esos, mimado y altanero con aires de eternidad.  Pero ya se ve, ya se comprende que en mi y para mí se podría considerar una alianza, un regalo de la suerte que me entorna y desentorna una puerta. En tanto recorro andenes y estaciones.

Pero amo la vida con todos los lugares comunes imaginables, el más emblemático de todos podría ser “angustiadamente”, dado la dura perspectiva probabilística de perderla y la imaginación de que pueda ser como el polvo ese regado por los cielos, inconsolable...  Debo aclararlo, para mis generaciones venideras ─digamos─: no es humor negro ni cínico por afán malcriado de serlo; es pena. Mi aposento es un continente de pruebas de lo que se va y viene, de consuelos y desconsuelos, de mí y de lo que transcurre implacablemente con savia y sintomatología de vida.

Podría aventurar yo que son la flor y la mariposa polvos previos, pero lo haría sin entresacar una paz o un consuelo.  Podría hasta contagiarme con el poeta en que la “vida es sueño” (para no variar tanto), en tanto no te puedes explicar su porqué y para qué.  Pero no satisfacción alguna..  No lleva a que levante mi rostro hacia el sol y sonría, acariciando eternidades.  Claro debe de quedar que la angustia humana ha de consistir en presentir que no se participará más de ese polvo cuando posee forma de revoloteante vida.

Nunca se es suficiente para vivir, si es deseable la vida.  Te vas por ahí hacia donde no se sabe, rebotando contra paredes desconocidas, y dejas el obrar conocido de la rutina, de lo seguro, de la respiración profunda y sosegada, del paisaje consabido de los días.  No te sigue el viento cargado con sus putas fragancias.  Dejas de hacer lo que sabes queda incompleto y lo que jamás comprenderás es imposible acabar satisfactoriamente para emprender un viaje tranquilo.  Y aunque abordes la estación de los petrificados hielos, irás siempre con esa sensación del corazón que late.

A ratos me voy a la ventana y reflexiono, y pienso en quien valientes dicen vencer los temores.  Se internan por lo general en la montañas y copulan espiritualmente con la vegetación y las bestias, se hacen ellas, se entregan, mueren por antelación, y cuando vienen a nosotros lo hacen para brindarnos su locura de la no-vida ─el mensaje─, estando vivos ellos de algún modo mientras hablan. Un inexplicable sin sentido. Suelo volver a mi lecho sin compartir, sin entender, sin recibir semejante prédica, pensando que sólo debe de doler la vida si estás vivo y, arrullado por lo que me queda de ella, me duermo.

Los días pasan en tropel, como loca carrera de potros ciegos, hacia allá, hacia nada. Quizás abra mis ojos y te encuentre para seguir conversando, siempre en este mundo.

viernes, 11 de marzo de 2011

Humedades

En días pasados anduve con el agua al cuello...

En fin, no es exacto:

algunas gotas rebasaron más allá y se colaron hasta las puertas celestiales.

Debo confesarlo.

 

Mi paso era trastabillante.

Una chancla en mi pie arrastraba una ansiedad de vida

viscosa sobre la alfombra;

un arrebato verde tierra golpeaba en mis oídos.

 

Mi mano tembló al procurar el pomo de la puerta...

Y luego un viento verdes langostas ─el verde, otra vez─ casi me derriba.

El sol se expandió con lejanías ondulantes de una bailarina árabe:

poderosa oferta sensual de vida sobre un plano también vital pero desértico.

 

Allí el balneario, el oasis...

Y, si tú quieres, mi acompañante invisible,

la pintoresca palmera.

 

Y he hacia mí la duna, la también pintoresca ola de arena

recortándolo en un hilo de horizontes,

a aquél, al sol que da vida.

Tributándole humedades...

 

Es un decir de que se me anegaron los ojos.

jueves, 20 de enero de 2011

Crepusculando

He contemplado ─implacable─ los atardeceres.

Sin más razón que la vida restante que me obliga a ello.

Sin más opción que el “matar o morir” de todo cuerpo que todavía respira.

Sin más solución que la familiarización con la muerte.

Un trabajo vital que apunta a dejarse a sí mismo.

Finalmente.

 

He oído los ruidos pasar.

He visto.

Todos rieron y hasta ríen.

Todos marcharon y van allá, secuestrándose hasta en sus sombras.

Poblando el mundo con sus decorandos,  normales y formales...

Tal es mi paciencia o vida.  Tales son mis ojos, mis sentidos sin cuartel...

Moviendo mi cuerpo pero quedándome.

 

Tasado del mundo exterior, me consumo crepuscularmente.

Mi trabajo es ver, oír, medir..., como un viejo motor consigo mismo.

Domesticándome con las cosas que mueren.

Catando multicoloridos ocasos.

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