Licencia de la página

Procura el surrealismo. Ejercicio interior que juega a la expresión.
Este blog en un principio nace como un homenaje a esa generación de brillantes "locos" que, en su tiempo, alumbraron estéticamente a la humanidad y nos dejaron para siempre su aporte multiforme para el alma.

Intenta en tema y técnica seguir la senda, pero más a modo de vitalizante talismán, porque en la práctica... ¡Ay, con las ideas! Jamás surgen del interior sin filtrarse a través de la razón, ese atenazante mecanismo de defensa. Pero, en fin, se escribe por impulso, aunque luego se haga uno a la idea de que el material no ha sido pulido y es espontáneo, selvático, suerte de retorno hacia las esencias. Tal es el surrealismo: arrojo, salto a la selva primigenia, mas utópico sueño..., porque ¿quién hombre civilizado puede desprenderse de su condición plastificada? El acto poético es un intento de recuperación de las naturalezas perdidas, pero aun ella, la poesía, es trabajo de artesania.
(Sea la técnica surrealista una ubre de ordeño para la inspiración y la idea, por un lado, pero por el otro, un camino para el desagüe: quien escribe lo hace como por trabajo de alcantarillero: drenaje) .
Aquí el concepto:
Surrealismo: Puro automatismo psíquico, por medio del cual se intenta expresar, verbalmente o por escrito, o de cualquier otro modo, el proceso real del pensamiento. El dictado del pensamiento, libre de cualquier control de la razón, independiente de preocupaciones morales o estéticas...

jueves, 20 de diciembre de 2007

Futilidad

No necesariamente es la tristeza ni tan sólo la soledad.
No únicamente es esa lóbrega pendiente hacia el final.
Ni que hablar de pájaros, oscuridades o vientos sin sonidos.
Ni gente que te entorna ni idiotas circuntancias de la vida que presumen de valor.
No es nada de esa porquería puesta allí para el fracaso
Ni siquiera una maldita daga de oro ofreciéndote la muerte
Ni tu madre, ni tu padre, ni los libros, ni la fuentes diminutas de la infancia revoloteando tu estupidez
Ni tu atuendo ni tu mujeres ni siquiera tu maldita excrecencia que te señala
Se trata de tí, mortal, de una simpleza, del espanto de estar vivo.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Soledades

Nuevamente tasando soledades. Se trata de un discurso congelado por el tiempo, pero no deja de ocurrir y matar de frío, igualmente.
Abres el poemario y lo encuentras, lees a un romántico y te acerca a un precipicio. La describen como una antesala hermosa para desear la muerte. O como la insoportable belleza de uno mismo, consumiendo el último cartucho del paisaje. Es un cansancio, pues.
O un rechazo del mundo. O una huida entre tanta gente. O apenas un grito.
En fin, innombrable, es algo que tengo al lado, bramando silencios.

martes, 18 de diciembre de 2007

Tarde ocaso tarda

Ya una vez les comenté sobre la tarde. Se me había venido pesada como una tragedia, aunque nadie se había marchado hacia ningún más allá. Sólo se había venido, así nomás con la crueldad del día en su unidad temporal.
No había preparado yo ningún paquete para conjurar soledades ni horas extremas de pesar sudoroso en momentos de furia. No había pensado en tarjetas ni ensayado ninguna miserable sonrisa, mucho menos una pena -¿quién lo hace? Sólo se me iba la tarde y ya, y yo enhebrado en ella, así de desprevenido, como una flecha que de pronto te señala.
Desde entonces, no termina el final ni finaliza el término, y el tiempo se me granea como una llovizna de arena, sin cesar, pero valiendo, pero pesando como piedras.
Como adivinarás, desde entonces, cobarde yo, no me animo abrir las ventanas, queriéndome marchar así, así nomás con la fantasía retenida, intentando amanecer.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Animal tembloroso

Puestos los aperos a la orilla del camino, me voy a contemplar un barranco.
Dulce y aterradora podría ser la caída, pero una esperanza el golpe final.
Tanta gente que se va lo demuestra, aunque no tengamos los detalles post vida.
Sin embargo, mi existencia no ha evolucionado más allá de ser un animal tembloroso y me retiro todavía fecundo con unas ideas de muerte, pensando en la audacia de los pájaros y en la tenacidad de los peces.
Una de ellas me persigue: que la muerte es un recomenzar con una vida de microorganismo hasta alcanzar un ambiente superior, mutante de galaxias.

jueves, 13 de diciembre de 2007

Destino

Siento el bumerang sibilar con su canto de destino. Cruzó por allá en pos de no sé que gloria mortuoria o de vida. Yo continúo con mis aves revoloteando las ideas.
No tengo gran pesar por quedarme acá acurrucado, haciendo de árbol en la tarde. Igual continúa el río también con su frenético precipicio.
Voces elevan el alma y hacen carrera; otros, como yo, se hunden en un movimiento fijo, contemplado firmamentos.
Don bumerang, al perderse de vista, jamás sabrá cuánto revuelo sembró en la tierra, injustificadamente -podría decirse- y, quizá, también, sin mérito alguno, pues él mismo, como todos, tiene un destino de nada.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Loca melancolía

Hablando de melancolía, casi necesariamente asociada como requisito para poetas y locos. Bajo la melancolía escribes y plasmas la realidad que te penetra a través de su vidrio. Ha sido casi convertida en obligado cliché.
Podrías revolverte un poco y hasta rebelarte. Pero quizás no hagas mucho. Los mismos libros cuando refieren la historia te dan de piedra frontal con sus fantasmas. Entonces lees a los poetas malditos y a los malditos poetas. No te escapas. La historia del arte es una apología meláncolíca.
Te sales, pues, del momento romático y decides buscar otra criba, quizás la ahistoria. Pero, como lo dice el nombre, allí nada hay.
Indefectiblemete llegas al fin, hasta tí, hasta el pozo interior de tus pensamientos y humores. Y allí está el universo. El trapiche de la palabra y del espíritu. Allí siempre habrá el luto, porque se trabaja con palabras y ellas mueren y renacen a cada rato. Son una especie que sangra y se ama. Y tu no escapas, sonríes y sufres según lo significado.
De modo que fuera del cajón carnal de la melancolía hay también muchas alegrías, pero por lo general son unas breves vacaciones. Siempre volverás a tu papel y pluma y quizás entres en trance de comprender que no escribes por deporte, sino por enfermedad.
Hay, sin embargo, el duro, el inmortal, el que escribe mientras sonríe y viceversa, pero la ficción que crea por lo general lo supera y desdice de su realidad creativa, cuando no personal.

martes, 11 de diciembre de 2007

Viaje final

Bien que se me han avecinado los años. Es justo... y necesario.
De tanto mirar el diario panorama de la abeja en ritornelo, citadina o campestre, o de humanos corriendo en pos de un río, se me ha secado la cornea de la felicidad, y hasta siento cuando ella misma empieza a cansarme a mí tambien con su borrachera de luz, de modo implacabale. A diario veo el eterno cambio de colores y entonces monto en suspiros, queriendo tambien navegar.
Justo es que entregue mi contribución al polvo y le haga la corte a la vida que nace, aun en forma de polvo final. De vivir y ser feliz también se muere, aunque prefiría hablar de viajes.

domingo, 27 de mayo de 2007

Efecto calle

En mis oídos rebotan los gritos de balas. Solo quiero salir a comprar un pedazo de pan; también se me antoja un café de esos de panadería, viejo vicio, hoy domingo, con sabor a periódico.
Abordo el ascensor marca Falcon de mi vieja habitación, ubicada también en una calle vieja de una vieja localidad. Su sonido, como un perro pavloviano, arroja un baño a mi espíritu.
Aparto un demente o recoge latas de la puerta. Salto, evado por allá uno que otro basurero o cruzo, simplemente la calle. Lanzo una mirada de mosca hacia mi entorno. Lucho contra la luz, en todos los sentido, yo, animal de encierros. También miro el azul de arriba y sonrío.
Continúo con mis pasos, rumbo hacía panadería. Palabras como balas silban en mis oídos, preñadas de amenazas aquellas, parturientas de risas estas. Esquinas calientes, ventanas frías. Todas tienen la razón, según lo veas, y todas van a la perdición... o al éxito. Con dios y el diablo.
Es muy simple: un cruzar de calles, un cigarrillo para aplacar el nervio de la calle, el ansiado café y la cara final del portugués pegado a una pantalla de TV, acechante de factores perturbadores de ventas. Finalmente, lo despierto.
Los hombres caminan por allí como cajas sonoras, huecas de raciocinio, como dicen los doctos; otros andan preñados, de acuerdo con los optimistas. Pero yo no consigo el sentido. Es el zoó, el instinto, las mandíbulas batientes y las lenguas sin destino. Es la calle. Sin embargo, allí consigo el pan y me consigo, y no me quejo. No me quejo.
No hay el principio para una comprensión. No lanzo la primera piedra. No critico, pero pienso y pareciera la emisión de un tribunal condenatorio.
Es la masa, la loca masa de los sinsentidos, aprovechada largamente por quienes conocen los resortes. Cuervos viejos criadores o viejos criadores de cuervos.
De regreso, solo aspiro arribar con mi alimenticia masa debajo del brazo. Una vez allá, me recito que fue el efecto de un cigarrillo, de un café y periódico callejeros. Es el efecto.

sábado, 26 de mayo de 2007

Viejos tiempos

"Los tiempos han cambiado", se dice siempre, y por lo general lo hace el de una generación que se siente invadida por recursos o artilugios de otra nueva. ¡A cambiar de posturas, pues! ¡A sentarse como lo manden las nuevas sillas, con un pie al aire o las piernas abiertas!
Una hija mía nunca dirá que le resulta extraño escribir o realizar su tarea frente al computador: apenas cumplen los catorce. Nacieron el un ambiente cargado de pantallas y de explicaciones sobre bits electrónicos. Me peleo con ellas a veces cuando le mandan tareas del colegio que se suponen han de encontrarse en los libros y ellas apuntan a la máquina o el cyber. ¿Qué se va a hacer? Yo, por mi parte, cuarentón de cuatro esquinas, me tengo que adecuar. Antes, con mis cuadernos y ficheros portátiles; ahora con la Internet por doquier y una biblioteca comprimida en un pendrive.
Los tiempos han cambiado. Ahora, que vivo pegado a una pantalla, cual insecto nocturno sobre la luz, mi problema, mi página en blanco es la pantalla misma. Infecundo de ideas, miro la pantalla, como en el pasado (en una tarde tediosa) miraba la hoja o cuartilla.
Véase: quien escribe se reacomoda a la vida, y describe este sentimiento porque ahora es cuando decide llevar sus archivos de trabajo, redacción o creación a Internet, y como viaja con frecuencia, no tendrá necesidad de arrastrar con cadenas pegadas al vehículo una biblioteca personal. No se trata de un mayor que se incorpora a las nuevas tecnología, pues la programación y los conocimientos de hardware de los equipos no le es desconocida desde el mismo inicio de la Era informática en el país. Se trata, más bien, de un perdido sentimiento de pérdida, de una suerte de poética nostalgia, de la imagen de un tranquilo o alocado escritor de cuentos o poeta o pintor a la sombra de un viejo árbol contemplando un paisaje de rancia belleza.

sábado, 14 de abril de 2007

Oda a Narciso

Es un blog desorientado. ¿Qué atrevimiento el de la gente en creer que sus pequeñas veleidades puedan interesar al mundo? ¿Será así? Ser o no ser? Se tiene que ser una celebridad para que tu interioridad interese al orbe? ¡Vaya, vaya, vaya! Estoy jodido, porque no tengo nada por dentro, a no ser (¡eso es!) una parte propia del ser humano que no quiere deselvorverse en soledad y que pide una mirada? (¡Oh, dios, que contra discurso!) Je,je. No hay remedio: el humano es una criatura del teatro, del teatro de la vida, espectacular, que se resiste a la humedad y añejamiento de las oscuras cavernas.¿Qué que tienen de malo los cavernícolas? ¡Pos, nada, cuate! Sencillamente respetaban la oscuridad, llena de gritos o murmullos y de criaturas acechante sobre vulnerables vidas. ¿Qué si quedan algunos por allí?Es difícil. Se vive permanentemente en la luz, en le faradulismo de espíritu, cada vez haciéndose más el anómimo esfuerzo de distinguirse de entre la masa.¿No presenciaste el último suicidio filmado en vivo?Yo no lo olvido

Comentarios del autor