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Procura el surrealismo. Ejercicio interior que juega a la expresión.
Este blog en un principio nace como un homenaje a esa generación de brillantes "locos" que, en su tiempo, alumbraron estéticamente a la humanidad y nos dejaron para siempre su aporte multiforme para el alma.

Intenta en tema y técnica seguir la senda, pero más a modo de vitalizante talismán, porque en la práctica... ¡Ay, con las ideas! Jamás surgen del interior sin filtrarse a través de la razón, ese atenazante mecanismo de defensa. Pero, en fin, se escribe por impulso, aunque luego se haga uno a la idea de que el material no ha sido pulido y es espontáneo, selvático, suerte de retorno hacia las esencias. Tal es el surrealismo: arrojo, salto a la selva primigenia, mas utópico sueño..., porque ¿quién hombre civilizado puede desprenderse de su condición plastificada? El acto poético es un intento de recuperación de las naturalezas perdidas, pero aun ella, la poesía, es trabajo de artesania.
(Sea la técnica surrealista una ubre de ordeño para la inspiración y la idea, por un lado, pero por el otro, un camino para el desagüe: quien escribe lo hace como por trabajo de alcantarillero: drenaje) .
Aquí el concepto:
Surrealismo: Puro automatismo psíquico, por medio del cual se intenta expresar, verbalmente o por escrito, o de cualquier otro modo, el proceso real del pensamiento. El dictado del pensamiento, libre de cualquier control de la razón, independiente de preocupaciones morales o estéticas...

miércoles, 24 de marzo de 2010

Levedad

Allí afuera hay un vaivén, tan absorto de mí que tiemblo.  Minúsculo siento el soplo, el corazón, cualquier puñado que mis manos puedan aterrar.  Lejos, en consecuencia (polvillo como soy de los tiempos), me tendría yo por bunker proclamado como vital, montaña o castillo, tan necesario como para que me inviten.  Ocupo mi espacio y comprendo el trance.  Estoy aquí, mejor delineado como caballero fugaz.

Sin embargo, he allí afuera el revuelo.  Lo oigo, lo sé, lo intuyo.  Y aunque en las habitaciones de mi existencia pueda albergarse un juicio completo al mundo, y me pueda yo tener por su rey en virtud del pensamiento, y me pueda yo figurar su ley, pilar o tempestad, según lo erijo o lo destruyo...; el cuento tendrá que ser creencia de un día, como se comprende, y sólo entre los parajes magnificentes de mi intimidad, como suele revolcarte la vida, compacto y delimitado como soy, criatura frugal y trivial con arrestos de firmamento, brevísimo respiro del tiempo, manirrota elegía de la felicidad, de ser ello posible...  Fatuidad.

Lo cierto es que allí afuera sucede la vida, y tendrá que dolerme hasta en el polvo que el sol a futuro fulgure sin contar con mi levedad.

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