Crepusculando
He contemplado ─implacable─ los atardeceres.
Sin más razón que la vida restante que me obliga a ello.
Sin más opción que el “matar o morir” de todo cuerpo que todavía respira.
Sin más solución que la familiarización con la muerte.
Un trabajo vital que apunta a dejarse a sí mismo.
Finalmente.
He oído los ruidos pasar.
He visto.
Todos rieron y hasta ríen.
Todos marcharon y van allá, secuestrándose hasta en sus sombras.
Poblando el mundo con sus decorandos, normales y formales...
Tal es mi paciencia o vida. Tales son mis ojos, mis sentidos sin cuartel...
Moviendo mi cuerpo pero quedándome.
Tasado del mundo exterior, me consumo crepuscularmente.
Mi trabajo es ver, oír, medir..., como un viejo motor consigo mismo.
Domesticándome con las cosas que mueren.
Catando multicoloridos ocasos.