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Procura el surrealismo. Ejercicio interior que juega a la expresión.
Este blog en un principio nace como un homenaje a esa generación de brillantes "locos" que, en su tiempo, alumbraron estéticamente a la humanidad y nos dejaron para siempre su aporte multiforme para el alma.

Intenta en tema y técnica seguir la senda, pero más a modo de vitalizante talismán, porque en la práctica... ¡Ay, con las ideas! Jamás surgen del interior sin filtrarse a través de la razón, ese atenazante mecanismo de defensa. Pero, en fin, se escribe por impulso, aunque luego se haga uno a la idea de que el material no ha sido pulido y es espontáneo, selvático, suerte de retorno hacia las esencias. Tal es el surrealismo: arrojo, salto a la selva primigenia, mas utópico sueño..., porque ¿quién hombre civilizado puede desprenderse de su condición plastificada? El acto poético es un intento de recuperación de las naturalezas perdidas, pero aun ella, la poesía, es trabajo de artesania.
(Sea la técnica surrealista una ubre de ordeño para la inspiración y la idea, por un lado, pero por el otro, un camino para el desagüe: quien escribe lo hace como por trabajo de alcantarillero: drenaje) .
Aquí el concepto:
Surrealismo: Puro automatismo psíquico, por medio del cual se intenta expresar, verbalmente o por escrito, o de cualquier otro modo, el proceso real del pensamiento. El dictado del pensamiento, libre de cualquier control de la razón, independiente de preocupaciones morales o estéticas...

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Loca melancolía

Hablando de melancolía, casi necesariamente asociada como requisito para poetas y locos. Bajo la melancolía escribes y plasmas la realidad que te penetra a través de su vidrio. Ha sido casi convertida en obligado cliché.
Podrías revolverte un poco y hasta rebelarte. Pero quizás no hagas mucho. Los mismos libros cuando refieren la historia te dan de piedra frontal con sus fantasmas. Entonces lees a los poetas malditos y a los malditos poetas. No te escapas. La historia del arte es una apología meláncolíca.
Te sales, pues, del momento romático y decides buscar otra criba, quizás la ahistoria. Pero, como lo dice el nombre, allí nada hay.
Indefectiblemete llegas al fin, hasta tí, hasta el pozo interior de tus pensamientos y humores. Y allí está el universo. El trapiche de la palabra y del espíritu. Allí siempre habrá el luto, porque se trabaja con palabras y ellas mueren y renacen a cada rato. Son una especie que sangra y se ama. Y tu no escapas, sonríes y sufres según lo significado.
De modo que fuera del cajón carnal de la melancolía hay también muchas alegrías, pero por lo general son unas breves vacaciones. Siempre volverás a tu papel y pluma y quizás entres en trance de comprender que no escribes por deporte, sino por enfermedad.
Hay, sin embargo, el duro, el inmortal, el que escribe mientras sonríe y viceversa, pero la ficción que crea por lo general lo supera y desdice de su realidad creativa, cuando no personal.

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