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Procura el surrealismo. Ejercicio interior que juega a la expresión.
Este blog en un principio nace como un homenaje a esa generación de brillantes "locos" que, en su tiempo, alumbraron estéticamente a la humanidad y nos dejaron para siempre su aporte multiforme para el alma.

Intenta en tema y técnica seguir la senda, pero más a modo de vitalizante talismán, porque en la práctica... ¡Ay, con las ideas! Jamás surgen del interior sin filtrarse a través de la razón, ese atenazante mecanismo de defensa. Pero, en fin, se escribe por impulso, aunque luego se haga uno a la idea de que el material no ha sido pulido y es espontáneo, selvático, suerte de retorno hacia las esencias. Tal es el surrealismo: arrojo, salto a la selva primigenia, mas utópico sueño..., porque ¿quién hombre civilizado puede desprenderse de su condición plastificada? El acto poético es un intento de recuperación de las naturalezas perdidas, pero aun ella, la poesía, es trabajo de artesania.
(Sea la técnica surrealista una ubre de ordeño para la inspiración y la idea, por un lado, pero por el otro, un camino para el desagüe: quien escribe lo hace como por trabajo de alcantarillero: drenaje) .
Aquí el concepto:
Surrealismo: Puro automatismo psíquico, por medio del cual se intenta expresar, verbalmente o por escrito, o de cualquier otro modo, el proceso real del pensamiento. El dictado del pensamiento, libre de cualquier control de la razón, independiente de preocupaciones morales o estéticas...

martes, 22 de enero de 2008

Imberbe palabra

Hay la palabra cuando me pinta el camino.
Soberbiamente hace gala de su poder recreativo
y apareja a mi costado una realidad de rosas,
si se escoge un buen diccionario.

Y hay la palabra mortal que emborrona el firmamento.
Perezosa la fruta se desprende del árbol
y tiene un chasquido como de vida que termina al caer.
O de una vida más honda ultra terrena.
Son palabras que no sonríen por el temor al silencio.

Sin embargo, ambos diccionarios son una constitución del cielo y la muerte,
pero en extremo renombrantes, como ecos difusos,
incapaces del parto siquiera de una miserable flor en la montaña.
Su pequeñez es granulada y mezquina de felicidad.

Afuera el mundo es infinito,
y hasta el moscardón humilla con su vuelo.
Detrás del cristal yacen los restos de la vida imaginada,
pero sólo eso, imaginada, apenas esbozada por un guiño,
por una luz, por un dedo, por un cuerpo que se repone del cansancio de la tarde.
Porque lo esencialmente vital ni se recuerda ni se teme.
Se vive, flotando el lenguaje como un breve surtimiento de aires.
Y el poema es apenas la breveda de un resuello.

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